Querida misi, querido mister. Quiero que te cuides.
- noeliafelix
- 18 ago
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Ya comenzó un nuevo año. Traes contigo mucho aprendizaje del año pasado. Tienes fuerzas renovadas, aunque sea un poquito. Y, sobre todas las cosas, traes tu amor por la enseñanza y por cada estudiante que ha sido asignado a tu salón.
Me consta que has vivido muchos momentos significativos que te mantienen firme por tus estudiantes. Puede que en tu entorno cuentes con personas que te apoyan y valoran, o que a veces te toque enfrentar grandes retos que ponen a prueba tu vocación. Sea como sea, hoy quiero dedicarte este espacio.
Proverbios 22:6 nos recuerda:
"Instruye al niño en su camino,Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él."
Usualmente pensamos en los padres cuando escuchamos esta porción bíblica, y por supuesto, ellos son el motor de los valores y del desarrollo de sus hijos. Pero hoy también pienso en ti. Y es que los maestros no solo instruyen en materias, sino que también enseñan destrezas para toda la vida: valores, resiliencia, perseverancia, empatía, entre tantas otras que marcan el carácter de cada estudiante. Me consta que pasas muchas horas observando a tus chicos, escuchando sus preocupaciones, descubriendo junto a ellos sus anhelos, sus carencias, sus debilidades y sus preciosas cualidades.
Eres quien ha notado sus lágrimas y quien ha logrado sacar una sonrisa para animarles a concentrarse en las destrezas del día. Eres quien se mueve rápido para que el consejero, el psicólogo escolar o el trabajador social pueda brindarle la atención necesaria. Eres ojos y oídos tanto del personal de apoyo como de las familias.
Hoy quiero compartirte 5 recomendaciones para que te cuides, porque eres pilar de nuestra sociedad.
DESCONÉCTATE. Tal vez estás utilizando un currículo que ya conoces y eso te permite avanzar más rápido, o quizás este año tengas que desarrollar todo nuevamente desde cero. Sea como sea, recuerda que sin descanso tu mente no puede funcionar en su máximo potencial. Así que calendariza y bloquea un espacio, aunque sea una o dos veces por semana, para desconectarte por completo. Y, por favor, saca de tu teléfono la aplicación del email. Reconozco tu diligencia, pero es importante separar nuestros espacios profesionales de los personales para prevenir un estrés innecesario. Descansa, come, conéctate con la naturaleza, deja las redes un buen rato, lee la Palabra si te gusta hacerlo, ora, haz una caminata, vístete lindo o linda, perfúmate, abraza a tus seres amados, conéctate con tu comunidad de fe o con tu red de apoyo. Recarga energías.
PON LÍMITES. Los ambientes escolares son lugares de mucho aprendizaje y vida, pero también pueden ser muy exigentes. Solo quien ha trabajado dentro de una institución educativa sabe lo que esto representa. Por más vocación y amor que tengamos por lo que hacemos, es importante reconocer hasta dónde llega nuestra responsabilidad. Está bien decir que no cuando ya no cuentas con más tiempo o cuando ves que tu salud y tu familia se están viendo afectados. He repetido muchas veces esta frase con mis compañeros maestros: "no eres una fotocopiadora que se usa, se reemplazan los cartuchos de tinta y, cuando no sirve, se decomisa." Eres un ser humano con una vida más allá de la escuela. Puedes dar lo mejor de ti siempre, pero no sacrificando tu salud ni tu familia. Los límites nos permiten preservar la calidad de nuestro trabajo sin comprometer nuestro bienestar y el de nuestros estudiantes.
PERDONA RÁPIDO. Sé que apagas muchos fuegos y que cumples múltiples funciones. Muchas veces se agradece todo tu esfuerzo, pero en otras ocasiones te topas con actitudes difíciles o con palabras que hieren. Cuida tu corazón y no dejes que ninguna raíz de amargura crezca en él. Muchas de estas situaciones no tienen que ver contigo, sino con lo que las personas pueden o no manejar de sí mismas. Despégate emocionalmente por un momento cuando sientas que tus emociones te abruman, y recuerda que, aunque algunos no valoren tu esfuerzo, habrá muchos que te recordarán por siempre como la “misi” o el “mister” que dejó una huella imborrable en sus vidas. Nunca permitas que el dolor apague la luz que en ti resplandece, ni que nuble la manera única y hermosa en que miras a tus estudiantes.
BUSCA APOYO. Así como los estudiantes y las familias necesitan un espacio para ser escuchados y buscar soluciones, tú también lo necesitas. Y tienes la responsabilidad contigo mismo o contigo misma de buscarlo. Habla con un psicólogo, un consejero, un líder de tu comunidad de fe. Habla, llora, exprésate. Busca un espacio seguro donde seas escuchado o escuchada con respeto y sin juicios.
RÍETE, Y MUCHO. Busca siempre una razón para reír con tus compañeros y con tus estudiantes. El sentido del humor transforma el ambiente, ayuda a disipar más rápido las nubes grises que intentan convertirse en tormenta en nuestra mente y, además, nos conecta de manera auténtica con los demás.
Voy a ti. Cuídate mucho. Enseña y aprende con pasión. Y recuerda: no estás solo ni sola en esta misión. Si en algún momento necesitas apoyo, cuentas con espacios como Taller Vida, que se alegrarán y se sentirán bendecidos de acompañarte y escucharte.
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